Aunque existen varios estudios contrastados sobre el efecto psicológico que puede provocar haber hecho una recepción de ovocitos y/o semen, cada familia es libre de elegir una postura acerca de esta situación: contarlo al niño desde pequeño, esperar a que sea mayor o no revelarlo.
Es una decisión personal y no hay una opción buena o mala: depende del contexto de la familia, la aceptación del entorno social y cultural y de la propia aceptación de los pacientes frente a esta técnica de reproducción asistida que les ha permitido tener un hijo.
Se supone que el efecto psicológico es menor que en un caso de adopción, ya que no hay un rechazo o una pérdida de los progenitores, sino que viene de la generosidad de un donante para ayudar a esos padres a concebir un hijo. Este niño nunca ha tenido otros parientes u otra historia previa y por lo tanto pesan menos las dudas acerca de su origen.
Es cierto que genéticamente, hay una diferencia, una incógnita, una parte de misterio ya que la ley protege tanto a los padres como a los donantes. Aunque esta ley cambie en un futuro no podrá ser nunca retroactiva, así que aunque el niño quiera tener más información sólo sabrá, como tú, el grupo sanguíneo y la edad de la donante en el momento de su donación.
Hay libros y cuentos para niños muy bien escritos sobre este tema que intentan ayudar a explicarles desde una edad muy temprana, la donación de óvulos o esperma para que puedan entender por qué sus padres necesitaron ayuda para concebirlos. Además, en nuestros días, la comunicación e información para explicar la fecundación in vitro o donación de ovocitos están muy desarrolladas.
Con el tiempo, se han perdido tabúes y prejuicios acerca del tema lo que facilita la comunicación con la familia y los hijos. De hecho, todas las técnicas de reproducción asistida permiten hoy en día a numerosas familias ser felices.
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