No es extraño que una mujer que se ha practicado una ligadura de trompas desee, pasados los años, una nueva gestación. Existen muchos motivos (personales, familiares, de pareja…) para desear un nuevo hijo, ya que las circunstancias que nos rodean varían con el tiempo y una decisión que antes se había considerado definitiva ahora debe ser revisada.
La técnica de la ligadura de trompas consiste en impedir por medios quirúrgicos el paso de los espermatozoides hacia la zona ampular de la trompa de Falopio y con ello la fecundación del óvulo, que de forma natural tiene lugar en esta región. Habitualmente se realiza la sección de un fragmento de trompa y una ligadura con sutura reabsorbible, de manera que los extremos se separan y aumenta la eficacia anticonceptiva del procedimiento. El inconveniente surge cuando se desea recuperar su antigua función.
Aunque la repermeabilización es técnicamente posible, existen múltiples inconvenientes para realizarla, desde la amplitud de la zona extirpada hasta la existencia de adherencias, entre otros factores. Incluso una técnica quirúrgica impecable no garantiza la eficacia de la reparación, ya que ésta depende de muchos factores (se debe recuperar tanto la permeabilidad como la motilidad de la trompa). No obstante, existen casos en los que esta técnica es especialmente recomendable, como el de mujeres muy jóvenes que se plantean más de un embarazo en el futuro.
Por todo ello, la fecundación in vitro es, en la actualidad, una elección frecuente para mujeres con ligadura de trompas, ya que permite una gestación a corto plazo sin necesidad de esperar el resultado de una técnica quirúrgica. Sin embargo, la edad de la mujer es un factor decisivo para el éxito de esta técnica, ya que las posibilidades de embarazo disminuyen al aumentar la edad. Por este motivo, una vez tomada la decisión no es conveniente aplazar su puesta en marcha.
La ligadura de trompas suele emplearse como un método anticonceptivo definitivo, por lo que es habitual que la mujer ya haya tenido hijos anteriormente (es decir, que sea inicialmente fértil). Esta circunstancia simplifica, lógicamente, el estudio necesario.
- Es importante practicar un análisis de sangre, para comprobar que no existan alteraciones hormonales. El test hormonal basal (FSH, LH y Estradiol) permite conocer la capacidad de los ovarios para producir óvulos
- Al varón se le practica un seminograma. Se trata de un análisis sencillo que permite estudiar la capacidad fecundante del semen
- Con los resultados en la mano, se inicia el proceso para el diagnóstico y la recomendación del tratamiento más adecuado.
En el caso de que se confirme que la capacidad de los ovarios para producir óvulos está conservada y de que no exista patología del varón ni del endometrio, la indicación sería practicar una fecundación in vitro, ya que al no disponer de trompas de Falopio no se puede practicar una inseminación artificial. La fecundación in vitro puede realizarse con inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI)o sin ella.
En el caso de que se hubiera diagnosticado un pólipo endometrial o un mioma, se puede programar una histeroscopia para su confirmación. La histeroscopia es una exploración del interior de la cavidad uterina, que se realiza habitualmente sin necesidad de anestesia. Permite llegar al diagnóstico de ciertas patologías y realizar incluso su tratamiento en ciertas ocasiones (se pueden extirpar pólipos o miomas, por ejemplo). En este caso la técnica a realizar es también la fecundación in vitro.
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